Motivación para triatletas - Susana
¡Hola!
Recuerdo hace tiempo cuando fui por primera vez a ver a un amigo competir en la modalidad de Triatlón en la Casa de Campo de Madrid. Le dije nada más terminar la prueba “Yo no sé cómo os podéis meter ahí a nadar” (con esa cara de "asquito"…) Un año y pico después mi hermana me dice “No sé cómo te puedes meter ahí a nadar” (misma cara de "asquito"…)
Mi nombre es Susana y me presento como “Rider Pro” o “Rider Pro-Motivation”
Hace un año, el 16 de julio de 2017, hice mi primer triatlón. Y a día de hoy es de las cosas de las que más orgullosa estoy. Por lo que supone el antes, el durante y el después de esto en mi vida.
Desde pequeñita siempre fui una niña muy activa, igual al ser la pequeña de cuatro hermanos hizo que espabilara más por eso de no llegar siempre la última a todo... Instinto de supervivencia lo llaman. Y el hecho de que mi padre haya sido una persona deportista y mi madre me “permitiese” (a veces conscientemente, a veces no) hacer el cabra, ha contribuido y mucho a que haya practicado siempre algún deporte, sola, con amigos, compañeros del cole, hermanos, primos, mi padre… Y este último es y ha sido sin duda mi mayor referente a seguir.
Siempre me he sentido muy unida a mis padres, y en el tema del deporte, a mi padre. Jugábamos al tenis, salíamos en bici, nadábamos, esquiábamos, salíamos de paseo juntos…
Le diagnosticaron cáncer hace siete años, lo cual le limitó a la hora de seguir haciendo algunas cosas, pero no impidió que siguiéramos compartiendo tardes juntos. A causa de esta relación tan estrecha que tenía con él, mi cuerpo empezó a responder teniendo una serie de mareos continuados que condicionaban mucho mi día a día, lo cual hizo que tuviera que estar mucho tiempo en casa. Después de la noticia de la enfermedad de mi padre, era lo peor que me podía pasar, tener que quedarme en casa, teniendo 22 años.
Hasta que un día me levanté y dije “hasta aquí”. Me acerqué a mi padre y le dije “¿Qué te parece si mientras tú das tu paseo con Lucas (mi perrito) yo salgo a tu lado a trotar y dar varias vueltas por la manzana y me voy encontrando contigo?” Era una forma de empezar de nuevo a hacer algo con mi cuerpo y sobretodo con mi mente. Por un lado con la seguridad que no iba sola, y por otro lado con la motivación de seguir compartiendo momentos con mi padre. Y el primer día que salimos a pasear (trotar) fue un día de enero y nevando (me acuerdo perfectamente) Y fue uno de los mejores días de mi vida. A partir de aquí empezaron a remitir mis mareos, muy poco a poco, pero tiempo después, se fueron definitivamente.
Desafortunadamente la enfermedad de mi padre no se fue. Seguía ahí, y finalmente este bicho (como él decía) pudo con él. Pero puedo estar muy orgullosa de decir que mi padre no se lo puso nada fácil. Y luchó como un campeón durante siete años.
Tras esto, yo seguí haciendo deporte. Sobretodo salir a correr, nadar de vez en cuando… Sola y por mi cuenta. Al final encontrarme bien físicamente me ayudaba a que estuviera mejor también mentalmente.
Y llegó por fin mi primer triatlón del que hablaba al principio. Hace casi dos años conocí a la persona que me ayudó con esto, en la que me fijé y la que hoy por hoy acompaña, mi gran motivación dentro de este deporte: mi pareja. Cuando conocí a Carlos me contó que llevaba ya algunos años entrenando y compitiendo en esto del triatlón. Así que una de las veces que fui a verle cambié el “No sé cómo te puedes meter a nadar ahí” por “¿Y por qué no?”
Empecé a entrenar con más gente del club de Carlos, con entrenamientos guiados por Carlos y otras veces por mi amiga Ruth (miembro también del club de entrenamiento y mi amiga).
¡Ahora la motivación sí que iba aumentando por días! Deporte, buena gente, objetivos... Y siempre "mi estrellita" acompañándome. Porque yo sé que está ahí, riendo conmigo cuando disfruto entrenando y compitiendo y dándome ese último empujón cuando empiezo a sufrir.
De las tres modalidades del triatlón, tengo que decir que hoy por hoy la bici (y en concreto la de montaña) es la que más disfruto. Es con la que más miedo empecé, pero gracias a salidas con gente, con amigas y amigos, con Carlos, poco a poco he conseguido disfrutar cada salida en bici como la que más.
Lo que al principio supuso alguna discusión con Carlos por meterme por caminos de cabras (como yo decía) o por no dejar de llevarme por muchas cuestas, ahora se ha convertido en un GRACIAS enorme por querer compartir su locura conmigo. GRACIAS a él y a todos los locos que han compartido y siguen compartiendo su locura conmigo.
Con esto lo que pretendo contar es de qué manera nació mi principal motivación para empezar simplemente a hacer algo de deporte y lo que ahora es meterme a nadar en sitios que... ¡Ni loca hubiera imaginado! Y lo mejor es que esa motivación va cada vez a más. Por correr mejorando la zancada, por nadar sin cruzar las manos en las brazadas o por subir cuestas con la bici de montaña sin poner un pie en el suelo...
Mi punto de partida empezó siendo mi padre y mi principal motivación seguirá siendo él junto a otras personas más que se han ido uniendo en este deporte. Hace un año nada más que me inicié en el mundo de los triatlones y duatlones. Y me queda mucho, muchísimo por aprender, por mejorar… pero más aún me queda por disfrutar. Y es que ésta es la magia del deporte. Que cuando tu objetivo es disfrutar, no hay niveles, ni mejores ni peores. Yo el podium al que busco subirme siempre es al de las ganas, al de ponerle más ganas que nadie. Y aún con bajones por lesiones, por cambios de horario, por lo que sea, ¡ese trofeo lo tengo siempre en casa!
¿Ahora? ¡A seguir entrenando, compitiendo y disfrutando! Y para ello tengo la suerte de contar con un nuevo compañero de viaje, a través del blog de RIFYL iré contando como esta locura se volverá cada vez más inquietante y divertida!
Así que ésta soy yo. Y ésta es mi historia.
¡A rodar!
Susana.
Muy bonito y motivador tu relato. Gracias por compartir.